Hallazgo


Ayer tiré el cepillo que dientes que compre la noche que fui a tu casa por última vez.

Ese que estaba destinado a completar el par en el botiquin de tu baño, y que vendría a acompañar a mis libros en tu biblioteca, a mi edulcorante en tu heladera y a mi campera en tu placard.

Sin embargo, al igual que esos objetos, el cepillo se vino conmigo aquella noche, cuando, tras el amor, y a la hora de dormir, hallé, bajo tu almohada, una pinza para el pelo que yo no había dejado ahí.