Mostrando entradas con la etiqueta Por otros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Por otros. Mostrar todas las entradas

El corazón helado (Almudena Grandes)

Pasaron muchas cosas aquella noche, palabras, gestos, silencios que recordaría toda su vida. Antes de entrar en el comedor, su hermano le cogió por un brazo, le retuvo a su lado hasta que los demás salieron al pasillo, le miró a los ojos. Perdóname, Ignacio, lo siento mucho, si hay alguien que se merece ascender en este ejército... No, perdóname tú a mí, Mateo, no tendría que haberte dicho..., yo también lo siento. Los dos se abrazaron sin decir nada más, y el que sobrevivió recordó para siempre aquel abrazo, lo atesoró entre los instantes más preciosos de su vida, lo evocó con la codicia del avaro que recuenta sus monedas sin cansarse y volvió a vivirlo muchas veces, en los días más duros y en los mejores, entre el deslumbramiento del amor y el acecho de la muerte, entre la velocidad del infortunio y la lentitud de la prosperidad, entre el olor a miedo de los vagones de los trenes, el olor a miedo de las noches al raso y el inconsciente olvido del olor a miedo, y después, con las emociones y los deseos, con los domingos y los días laborables, con el calor del cuerpo de su mujer en noches de invierno muy arropadas y las risas de sus hijos que crecían sin el fardo agotador de su memoria, Ignacio Fernández Muñoz guardó siempre el recuerdo de aquel abrazo como un tesoro sin precio, el salvoconducto que le permitió seguir estando vivo, llegar a ser feliz en un mundo donde ya no existía su hermano
Mateo. Y sin embargo, aquella noche, cuando salió a la calle, recordó sobre todo la mirada de Mariana, aquel brillo metálico, sereno, frío y paciente, despiadado, que sería la luz de su futuro.
(Pag 210)

Pero yo amaba a esa mujer. La amaba tanto que, a veces, el amor que sentía por ella me aturdía, me desbordaba, se hacía más grande que yo y se concentraba al mismo tiempo entre mis sienes como un acceso de fiebre tropical y repentina. La amaba tanto que en aquel momento, mientras sentía que me quedaba sin suelo debajo de los pies y el vacío se cobraba en el centro de mi estómago un precio mucho más alto que el placer de todos los vértigos, la certeza de que nunca volvería a sentir asco ni vergüenza al recordar la luminosa desproporción de su cuerpo desnudo, lograba mantener una hebra de calor en mi corazón entumecido de frío. La amaba tanto que no podía despreciar su silencio... (Pag. 564)

Actualización


Hace poco leí por ahi que la poesia no es de quien la escribe, sino de quien la necesita. El caso es que hice esto en junio y hoy la encontre. Espero que Juan no lo tome como un crimen.


25 formas de decir Te quiero

Me tropiezo con tu huella (te quiero)
Me das alegría, placer, tal vez dolor (te quiero)
Me doblaste la patita (te quiero)
Me fusilaste la toronja (te quiero)
Me crusificaras contra la vidriera de un restaurante chino (te quiero)
Mi corazón urde un pimpollo, ayudálo a florecer (te quiero)
¿No querés que vayamos juntos al ansés? (te quiero)
¿A vos no te embola el chat? (te quiero)
Avisame si te duele (te quiero)
Me quemaste las tostadas (te quiero)
Te extraño a mares (te quiero)
Te riego la plantita (te quiero)
Me desconjugas los verbos (te quiero)
Ayer hallome mustio, cacheteando las tempestades (te quiero)
Me despuntas los lápices (te quiero)
Muy arrobador es tu candor y dorado tu donaire (te quiero)
¡Cuánta gracia me haces tu, llena de reina veleidades! (te quiero)
Me dejaste el coche abierto (te quiero)
Por todas partes hay alcauciles en oferta (te quiero)
Dime que ya estás borracha (te quiero)
Calma, calma que te van a explotar las tetas (te quiero)
¡Cómo creció esa naricita! (te quiero)
Chantame un mirlo en el cachete izquierdo (te quiero)
Aqui perfume es lo que sobra (te quiero)
Capaz que traspongamos la milonga (te quiero)

25 formas de decir te extraño
Me tropiezo con tu huella (te extraño)
Me dabas alegría, placer y dolor (pero te extraño)
Una vez te doblaste la patita (el deporte no es lo tuyo)
¿Te gustan los citricos? (te extraño)
Te crucificare la próxima vez que me toques la bocina (te extraño)
A mi corazón se le marchitaron todas las flores (te extraño)
Que feo debe ser trabajar en el anses (te extraño)
Me embola chatear con vos (porque te extraño)
¿A vos también te duele? (te extraño)
Dices que la felicidad huele a tostadas (te extraño)
Te extraño a mares (y más)
Nunca me hubiera llevado tu planta (pero te le regaba si querías)
Primero estuvo el verbo (te extraño)
Ayer hallome mustia, cacheteada por las tempestades (te extraño)
¡En tu casa no había lápices! (te extraño).
Me enseñaste a poner bien la vajilla (te extraño)
¡Cuanta gracia me haces tu, con tus temas recurrentes! (te extraño)
Por todas partes, fiambres y comida para gatos (te extraño)
Te compre un libro en Baires (te extraño)
Si, me emborracho muy rápido (te extraño)
Calma, clama, que se te van a salir los ojos (te extraño)
Cuidate la nariz (te extraño)
No me chantes nada, que vos tienes más fuerza (te extraño)
Prende un sahumerio (te extraño)
Capaz que transpongamos, otra vez, la milonga (te extraño)

Cuando espero y me aburro en el diario


"... La tercera vez que los vio, un miércoles. sola, por la tarde, estuvo mirándolos durante media hora y finalmente, como siempre había querido volar en un aerostato amarillo y colorado, como había soñado ser cantante de ópera, amante de un emperador, copiloto de Ícaro, como le hubiera gustado escalar acantilados negros, reírse de Caribdis, recorresr las selvas en elefantes con gualdrapas púrpuras, arrancar con las manos los diamantes ocultos en las minas, vivir bajo el agua, domesticar arañas, asaltar trenes en los túneles de los Alpes, arengar multitudes, incendiar palacios, abordar los puentes de todos los barcos del mundo, finalmente, como era tristemente estéril ser adulta y razonable y sana, finalmente ese miércoles se puso el vestido largo que había usado en la última cena de fin de año de la empresa en la que su marido era subjefe de ventas, y salio al jardín..."
(La resurección de la carne, de Angélica Gorodischer)


... y Guillermo sugirió que no se puede pretender ser (tres verbos juntos y seguidos) novia, esposa, madre (tres sustantivos consecutivos y juntos) e idealista, fuerte y feliz (tres adjetivos ¿contradictorios?).

Me enamore de Victor Cassaus (Y Chau!)

SE LO HE DICHO

Quien juguetea con la alquimia
(Silvio Rodriguez)
Se lo he dicho
que estas noches activas de mi cuarto de soltero
(tan llenas de amor tan faltas de ingredientes)
y estas manos quizas y en general este cuerpo largo
como la esperanza del amor
es todo lo que puedo ofrecerle.
Le recuerdo también que no habra carros
que estoy evidentemente flaco y que no soy deportista
ni científico que no dirijo nada en el país.
Aqui me tienes dice entonces la mujer
a mediados de esta noche activa y fría de diciembre
mientras improvisa llena de amor esta comida
y yo la atraigo hacia este solitario cuartode soltero
Y ella amanece sobre el cuerpo del poeta largo
como la esperanza del amor.



A estas alturas

A estas alturas del Verano de Europa
yo prefiero decididamente tus aguas termales / no hay
otro sitio mejor para colocar en este momento
mi lengua
Estoy ardiendo de frío en la noche de Karlovy Vary /
suenan
silencios en todos los pasillos / tu te extiendes
mirándome con las pupilas y las piernas abiertas
y no puedo siquiera mostrar este porno- poea de amor
a los amigos.
Esta muy bien la cerveza checa / creanme
no hay nada contra la luz ni contra el aire
de esta centroeuropea que languidece entre sus piedras
pero faltan / repito / tus aguas termales
y desde el jueves hace años que no tengo aquel sabor
entre mis dientes
Aqui van a dar premios galardones engaños
y yo me pierdo / me encuentro tan lejos
del temblor de tus deditos buscando afanosos en mi floresta
Aqui como se ve hay piscinas de escandalo
pero yo busco en la madrugada el eco de tus pozos de amor
inundando el calor irreparable de Bahia
Aqui revientan flores de verano en las plazas públicas
mientras yo deshojo / mientras yo enciendo
pétalo a pétalo
sobre esta hoja
tu flor.



Debes saber...

Debes saber Rosaura
que ayer comencé a escribir
aquel epigrama terrible contra ti
donde mencionaba uno a uno tus defectos
y decía que al poeta
no lo tocaban los ojos interminables de Rosaura
pero que a la altura del adjetivo interminables
convirtiose
de repente
en un poema
de amor.



(No se todos los titulos)

Y cuando dije a olvidarte
dije a olvidarte
Ese fue el problema
Que solo
dije
a olvidarte

Costumbres de los ahogados


Hemos tenido ocasión de entablar relaciones bastantes íntimas con estos interesantes borrachos perdidos del acuatismo. Según nuestras observaciones, un ahogado no es un hombre fallecido por submersión, contra lo que tiende a acreditar la opinión común. Es un ser aparte, de hábitos especiales y que se adaptaría a las mil maravillas a su medio si se lo dejase residir un tiempo razonable. Es notable que se conserven mejor en el agua que expuestos al aire. Sus costumbres son extrañas y, aunque ellos gustan desempeñarse en el mismo elemento que los peces, son diametralmente opuestas a la de éstos, si se permite expresarnos así. En efecto, mientras los peces, como es sabido, navegan remontando la corriente, es decir en el sentido que exige más de sus energías, las víctimas de la funesta pasión del acuatismo se abandonan a la corriente del agua como si hubieran perdido toda energía, en una perezosa indolencia. Su actividad sólo se manifiesta por medio de movimientos de cabeza, reverencias, zalemas, medias vueltas y otros gestos corteses que dirigen con afecto a los hombres terrestres. En nuestra opinión, estas demostraciones no tienen ningún alcance sociológico: sólo hay que ver en ellas las convulsiones inconscientes de un borracho o el juego de un animal.


El ahogado señala su presencia, como la anguila, por la aparición de burbujas en la superficie del agua. Se los captura con arpones, lo mismo que a las anguilas; el uso de garlitos o líneas de fondo resulta a este efecto menos provechoso.


En cuanto a las burbujas, se puede caer en el error por la gesticulación desconsiderada de un simple ser humano que sólo se halla en el estado de ahogado provisorio. En este caso, el ser humano no es en extremo peligroso y en todo comparable como lo hemos dicho más arriba, a un borracho perdido. La filantropía y la prudencia exigen distinguir dos fases en su salvamento: 1) la exhortación a la calma; 2) el salvamento propiamente dicho. La primera operación, imprescindible, se efectúa muy bien por medio de un arma de fuego, pero hay que estar familiarizado con las leyes de la refracción; en la mayoría de los casos, basta con un golpe de remo. Sólo queda - segunda fase - capturar al objeto por el mismo método que a un ahogado ordinario.


Es raro que los ahogados se desplacen formando bancos, a la manera de los peces. De ello se puede inferir que sus ciencias sociales son aún embrionarias, a menos que se juzgue más simple suponer que su combatividad y valor guerrero es inferior al de los peces. Es por ello que éstos se comen a aquellos.


Estamos en condición de probar que hay un solo punto en común entre los ahogados y los demás animales acuáticos; desovan como los peces, aunque sus órganos reproductores, para el observador superficial, parezcan conformados como los de los humanos. Desovan, a pesar de esta grave objeción: ninguna ordenanza de la prefectura protege su reproducción por la veda momentánea de su pesca.


Corrientemente, un ahogado se vende a 25 francos en el mercado de la mayoría de los departamentos, constituyendo una fructífera y honesta fuente de recursos para la población ribereña. Sería pues de interés patriótico fomentar su reproducción; de lo contrario, a falta de esa medida, sería grave la tentación, para el ciudadano ribereño y pobre, de fabricar ahogados artificiales, igualmente merecedores de la prima, por medio del maquillaje por vía húmeda de otros ciudadanos vivos.


El ahogado macho, en la estación del desove, que dura casi todo el año, se pasea en su desovadora, descendiendo como de costumbre la corriente, la cabeza hacia adelante, la cintura levantada, las manos, los órganos de desove y los pies meneándose sobre el agua. Permanece de buen grado balanceándose entre las hierbas. Su hembra también desciende la corriente, con la cabeza y las piernas volcadas hacia atrás y el vientre al aire.


Así es la vida.

Tentativa de celos

No se si la longitud de los versos es la original.
Traté de ordenarlos un poco, ya que tampoco
es esta la forma en que encontré
este poema de la rusa
Marina Tsvietáieva.

.

.

.

¿Cómo te va la vida con otra?
Más fácil, ¿verdad? Golpe de remo.
¿Cuándo -¿pronto?- por un puente seguro se alejó de ti el recuerdo
de mí, una isla que flota?
(En el cielo, no en el agua.) Almas. No amantes,
sino hermanas son nuestras almas.

¿Cómo te va junto a una simple mujer? ¿Sin divinidad alguna? Tras haber derrocado a tu reina (tú mismo privado del trono),
¿Cómo vives?, ¿te preocupas?,
¿te enfadas? ¿Cómo estás al levantarte?
Con ésa que te ha atado al cuello
su tributo inmortal, el tedio,
¿cómo te va, pobrecito mío?
«-Estoy harto de convulsiones, de dolor: voy a agenciarme un hogar.»
¿Cómo te va con cualquiera,
a ti, que fuiste elegido por mí?

¿Es la comida más comestible?
y si te cansa, mala suerte.
¿Cómo puedes vivir con un idolillo, tú, digno antes del Sinaí?
¿Cómo vives con ésa, tan distinta a nosotros?
¿Una extranjera, costilla de tu pecho?
¿La vergüenza, ese azote de Zeus,
aún no te ha herido la frente?

¿Cómo te va la vida? ¿Estás sano?
Y las musas, ¿te llaman aún a veces?
Y la dicha, ¿se hace ver? ¿Alguna vez?
¿Y esa llaga inmortal -la conciencia- qué, mi pobre?

¿Cómo vives con un producto
del mercado? ¿Pesa mucho?
Tras el mármol de Carrara,
¿cómo te va con una prótesis de yeso?

Del mismo bloque tallamos a Dios, para romperlo acto seguido.
¿Va bien una cienmilésima,
para ti, que conociste a Lilit?
¿ Estás ya harto de esa mercadería novedosa?
Cansado de mi magia, ¿cómo te va con una mujer terrestre que carece de sextos
sentidos?

Venga, con franqueza, ¿sois felices? ¿No?
¿Cómo se vive en un abismo sin profundidad amor mío?
Cuesta, ¿verdad?
¿Te cuesta tanto como a mí con otro?

Carta XVI


Me gusta mucho esta poesia.
Se la regale a Val para su cumpleaños, y aunque nunca me dijo si le había gustado o no,
siento que representa de un modo muy fiel nuestra forma de vivir la amistad.
La autora es Liliana Lukin.

..

mi querida: los hombres nos envidian el penetrante
juego de intimidades sucesivas:
los ensordece el murmullo de palomas que cambiamos
insomnes y ligeras por sobre toda obligación
.
envidian la obscenidad de nuestros juegos
contar y llorar como hijas de la misma madre
(que hubiéramos compartido los baños y las camas)
o como madres a punto de parir (casi desnudas
y hablando de un dolor parecido)
.
los hombres es sabido nos envidian
el impenetrable clima de las risas oblicuas
(como de amiguitas a la siesta en el zaguán)
y esa falta de vergüenza al mostrarnos las llagas
o hacerse vestir o acariciar el alma una por otra

ellos no saben cómo hacer para podernos
distraer de nosotras llamarnos la atención
es su pasión y su calvario: tan fuertes
somos en nuestro pacto el motivo de su deseo

desesperan de nosotras pobrecitos
y amados como el otro de nosotras sospechan:
la insuficiencia de ese modo de amar

ellos quisieran ser una más y nos envidian
lo impenetrable (el resto de adolescente que se deja
tocar sin perder nada) ese poder de ubicuidad
que nos concilia con el infierno en un salón del paraíso

en esta lucha por el amor de cada día
ellos no saben de nuestra necesidad y nos envidian
y aunque les juremos que nos son imprescindibles
sabrán que en esa frase hay una trampa:

ser el otro de nosotras es poca cosa
y ellos siempre querrán ser una más

.